jueves, 16 de noviembre de 2006

Proyecto Nasa

Ensayo: Sobre el Proyecto Nasa.
Nombre: Wilson García Quintero.
Fecha: Septiembre 09 de 2006.

“… El desarrollo debe ser, por tanto, algo más que una acumulación de ingresos y riquezas. Debe estar centrado en las personas.” Gilbert Rist.

CABILDOS INDÍGENAS TRABAJAN POR LA RECUPERACIÓN DE SU CULTURA.

UN PUEBLO QUE CONSTRUYÓ SU PROPIO DESTINO


Los cabildos indígenas están situados en los corregimientos de Tacueyó, Toribío y San Francisco, en zona montañosa del departamento del Cauca. Cerca de 100 mil personas viven de la producción agrícola y del cuidado de su territorio.

Presentación

El presente ensayo pretende esbozar la relación estrecha que existe entre cultura y desarrollo bajo la concepción de un pueblo indígena. Es un relato que muestra las sensaciones, sentimientos y vivencias de una comunidad que luchó por sacar adelante su territorio, que de la mano de instituciones oficiales y privadas supo concebir su futuro, el que ellos habían soñado durante años.

Es un ensayo que va más allá de las concepciones teóricas, es algo real, de carne y hueso, de pensamiento y acción. No pretendo presentar esta experiencia como el modelo a seguir, pero sí quiero que la tomen en cuenta cuando de planificación, cultura y desarrollo se habla al interior de las comunidades. Es una combinación entre rescate de tradiciones y producción sostenible, entre hombre y naturaleza.

El ensayo se divide en los siguientes tres capítulos: Sobre los Nasa y su planeación participativa, La autogestión continua y la cultura y el desarrollo se impone y Las conclusiones y el imaginario deseado. Cada capítulo intenta sustentarse bajo fundamentos teóricos pero a la vez se recrea con una historia amena de una comunidad indígena que lucha por recuperar su territorio.

Es evidente que nunca, en ningún sitio vive el hombre, ni ha vivido ni vivirá sólo de pan. De aquí que la cultura no se agota sólo en las máquinas y herramientas, en edificios, casas y fábricas, ingredientes básicamente materiales y directamente pragmáticos y útiles; sino que estos mismos elementos están impregnados de significación metamaterial, se encuentran insertos en todo un universo de tradiciones e instituciones ideológicas, científicas, religiosas, morales, afectivas y estéticas sin las cuales son inconcebibles lo hombres y mujeres. La trama existencial común y universal, es por lo tanto, mixta, de doble dimensión; material e inmaterial, interna y externa, objetiva y subjetiva, utilitaria y gratuita, física y metafísica, etc. (Ruíz Julián 2003:73)

El Proyecto Nasa surge en Toribío con el objetivo de ocupación de las tierras y la necesidad de acometer la organización y la participación comunitaria. El proyecto fue impulsado especialmente por el sacerdote Paez Alvaro Ulcué Chocué y nace en 1980 en medio de una gran asamblea comunitaria, en principio para dar respuesta a la división que se presentaba entre los resguardos de Toribío, Tacueyó y San Francisco, alentada por cuestiones políticas e intereses partidistas que impedían el avance de la organización y el reconocimiento de los valores como pueblo indígena.
El Proyecto Nasa se plantea entonces como propósito central la unidad comunitaria a fin de fortalecer los procesos organizativos y la cohesión social a través de la educación, la formación y los proyectos productivos, de modo que progresivamente se fuera alcanzando una sociedad nueva, sin vicios, respetuosa de sus propios valores y alejada de la politiquería. Para lograr estos objetivos se planteó un método basado en tres elementos fundamentales y en el espíritu Nasa.

Capítulo 1. Sobre los Nasa y su planeación participativa.

A tres horas del casco urbano del Santiago de Cali, donde el verde intenso de las montañas se funde con el azul del cielo y donde el olor a caña madura desaparece con el recorrer del camino, está la comunidad indígena de la etnia Nasa (Páez), la tierra de los dioses del agua, el viento y el sol.
Allí está Toribío, un pueblo donde el fragor de las balas y la violencia aún retumba en la memoria de sus habitantes, un pueblo que a pesar de las destrucciones a las que se ha visto sometido en innumerables ocasiones no le da miedo empezar de nuevo, un pueblo lleno de valor y de sentido de pertenencia por su territorio, un pueblo llenó de ‘berraquera’, igual o mayor que la de Dora Salas, una indígena que le tocó vivir en carne propia la violencia que azota su territorio.
Fue en la madrugada del 14 de Abril del 2005 en el municipio de Toribío, ubicado en el Norte del departamento del Cauca, allí la guerrilla atacó simultáneamente siete de sus corregimientos por parte de la columna móvil Jacobo Arenas y el Sexto frente de las FARC.
En Toribío, la guerrilla se encontraba tanto fuera como dentro del perímetro urbano. Ésta atacó principalmente la Estación de Policía, ubicada lejos del centro de Toribío y en sectores estratégicos para garantizar la seguridad del pueblo. La Policía, que contaba con más de 90 hombres, resistió el hostigamiento. Los daños materiales causados por dicho grupo narco-terrorista a la estación fueron mínimos: un vidrio roto. Sin embargo, las casas de la población fueron las más afectadas.
“Eso fue una pesadilla, después del taqué me tocó salir corriendo con mi hijo de cuatro años en los brazos, sangraba por los ojos y estaba casi muerto, fueron minutos eternos y una angustia que aún remueve mis sentimientos, mi hijo quedó ciego y no podrá recuperar la vista jamás…….”, recordó Dora Salas habitante de Toríbío.
Pese a la tragedia, Dora sacó fuerzas de sus entrañas y se llenó de valor para no salir corriendo, se quedó, y se quedó para luchar por su territorio, para levantar la bandera de su pueblo indígena y para no dejarse vencer por los violentos. Ahora ella es la Jefe de comunicaciones del proyecto Nasa. Este pequeño relato es sólo una muestra de la resistencia de estos pueblos indígenas y del tesón por salir adelante.
El Proyecto
Toribío es la sede principal del Proyecto Nasa, allí los indígenas luchan por sacar adelante su tierra, recuperar sus valores y su historia. Llegar allá es reconocer que vivimos en un territorio inmenso, es transitar carreteras y trochas espinosas que nos recuerdan que habitamos en un país esencialmente rural.
Inmersas entre el verde y ancladas en las lomas están construidas en madera y cemento algunas casas donde habitan las familias, que, pese a los antecedentes de orden público presentados en la zona, han decidido quedarse, protegiendo su territorio y argumentando que la naturaleza les da el alimento y el abrigo, por eso la defienden como si se tratara de su madre.

Llegar donde los Nasa es transitar un mundo diferente, es entrar en contacto directo con la naturaleza, es aprovechar y respetar la tierra. Cultivos de plátano, banano, yuca, maíz, arracacha, caña y café, ya están a pedir de boca. Son su sustento y su seguridad alimentaria.
Sumado a lo anterior, tienen cultivos de platas medicinales. El resguardo cuenta con un “sabedor tradicional” o Te’wala quien posee los conocimientos para la armonización del territorio, la comunidad y las personas. Hoy más que nunca se sienten orgullosos de ser indígenas y de poseer un territorio productivo y sostenible.
Pero este paraíso que en la actualidad disfrutan no ha sido siempre de ellos, la lucha por conquistarlo fue ardua pero finalmente satisfactoria. La conquista fue para los nasas un período de guerras. Los acontecimientos que siguieron a su negativa de pagar impuestos son una inmensa zaga de batallas llenas de rituales y de dolores.
Según Rafael Gómez Picón, en su libro De Belalcazar a la Gaitana, la Gaitana fue la encargada de crear una alianza entre los pueblos de entonces y de dirigir los combates que hicieron retroceder al invasor. No fue fácil unir vecinos que mantenían contiendas territoriales, pero la fuerza de la argumentación fue la herramienta que desde aquella época ha servido para animar la lucha.
Los indios pasaron a pagar terraje para poder cultivar sus propio suelo, su idioma fue prohibido y sus tradiciones proscritas por la religión oficial. Sin embargo, esa religión no fue monolítica; durante el siglo XX muchos religiosos y religiosas dedicaron su vida a entender a los nasas y uno de ellos, Álvaro Ulcué, logró convertirse en sacerdote. Con la educación que recibió afirmó su liderazgo y conjugó su idea de justicia cristiana con el sueño de dignidad para su cultura.

En 1970 se creó el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, la primera de las
organizaciones indígenas de Colombia; su tarea se resumió en tres principios: Unidad, tierra y cultura. Las luchas por el territorio marcaron esta nueva época. Sólo hasta 1995 lograron una Alcaldía Municipal y con ésta una maraña de proyectos exitosos a través de la Planeación Participativa.

Ser alcalde no da un poder especial o una posición de dominio. El hecho de ser elegido mediante asamblea le da un carácter de delegación más real y profundo que aquel emanado de la llamada democracia representativa. Así lo entiende Gabriel Pavi, actual mandatario local, que en respuesta a la amenaza del FARC opina: “Lo que yo soy lo debo en parte a mi esfuerzo, pero lo debo en gran parte a la comunidad, especialmente a los mayores, que me han enseñado el camino y que me han apoyado valorando mi servicio, nosotros no somos profesionales pero tenemos un compromiso con la gente, no le creemos a la guerrila porque ellos han masacrado nuestros pueblos”.

¿Pero en qué consiste eso de la planeación participativa? Esta concepción no es más que la de escuchar y tomar atenta nota de las percepciones de los habitantes de una localidad, es el trabajo de todos por ayudar a concebir una realidad deseada. En el caso concreto de los Nasa fueron ellos mismos los que planificaron su territorio, los que decidieron qué sembrar, qué implementar y bajo qué condiciones. El trabajo de las instituciones en este caso fue el de acompañamiento permanente y el de ayudar a cumplir las pretensiones de esta comunidad. Una labor muy similar a la que planeta el enfoque FUDR.
El enfoque de las Fundaciones Urbanas para el Desarrollo Rural, FUDR, propone conjugar la participación no sólo de los gobiernos nacional, regional, departamental y local, sino también de organizaciones del sector privado y grupos comunales. Los análisis técnicos por sí mismos no darán respuesta a los problemas de localización de inversiones y de actividades de desarrollo. (Rondelli Dennis, 1988:77)

En esta medida lo que se pretendió fue asumir un “problema”, que éste fuera de todos, todos eran parte de la problemática pero también parte de su solución, se trató de unir fuerzas, técnicas y conocimientos que redundaran en el beneficio común. Procesos de empoderamiento y participación se dieron con éxito en esta comunidad.

La planeación participativa es un proceso donde la comunidad participa en el análisis del contexto: de las dimensiones biofíscas (clima, geología, geomorfología, suelos, zonas de vida, vegetación…), socioeconómicas (población, economía, organización, instituciones…), culturales (grupos étnicos, historia de poblamiento y relaciones interculturales…), y políticas (incluye el marzo jurídico y políticas gubernamentales), de las cuales y consecuencia de las situaciones identificadas, prioriza situaciones, propone alternativas de solución viables, tomado decisiones estratégicas con respecto a la organización, seguimiento y evaluación de los recursos humanos. (García Maritza y Urrutia Daniela 2003:63).

El proceso de empoderamiento modifica la autopercepción de las personas para el control sobre sus vidas y sobre sus entornos. Se opera un cambio en el acceso a recursos externos con un cambio en la conciencia de las comunidades sobre su situación. Sin empoderamiento no hay sostenibilidad de los beneficios de un proyecto…La participación por su parte es un proceso social que genera actitudes constructivas y de cambio, al igual que sentimientos de pertenencia y respeto por la diferencia, que se van dando durante el desarrollo de los procesos sociales (García Maritza y Urrutia Daniela 2003:63).

La definición de los presupuestos se hace a partir de una metodología que se ha perfeccionado con cada nueva administración. Lo primero es el análisis de la realidad. Uno de sus impulsores, el gobernador del cabildo Ezequiel Vitonás comenta: “Ese análisis lo encaminamos a que la gente piense lo bueno y lo malo, de antes y de hoy; lo que ha cambiado y lo que comparan. Frente a lo malo miramos cuáles son las causas de esos problemas y cuáles serían las consecuencias y eso permite a la gente generarse su conciencia. Así prioriza a partir de los sueños más sentidos y rente a eso viene el compromiso tanto de la comunidad como de la administración y del mismo Proyecto Nasa.

La comunidad por lo general tiene trabajo, mano de obra, pero no tiene plata y así se hacen acuerdos muy importantes, se define la inversión dentro de la dinámica que es comunitaria y da como resultado unos logros concretos.

Capítulo 2. La autogestión continúa y la cultura y el desarrollo se impone.
Otros procesos desarrollados por esta comunidad fueron: reforestaciones en la cuenca, regeneración natural, asilamientos de fuentes hídricas, procesamiento de abonos orgánicos y capacitación en prácticas agrícolas amigables con el ambiente.
El Proyecto Nasa también logró el cometido de formar sus líderes, consiguió crear un centro de estudios propio, el Centro de educación, capacitación e investigación para el desarrollo integral de la comunidad, Cecidic, que tiene sus instalaciones justo en el mismo lugar en donde los terratenientes habían planeado el asesinato de Álvaro Ulcué.

En eso estuvieron toda la década de los 80, pero fue la Constitución de 1991 la que le dio a la nueva dirigencia responsabilidades concretas en el manejo de lo público. Con la Constitución de 1991 los pueblos indígenas experimentaron una nueva relación con el Estado. El hecho de reconocer a Colombia como nación pluriétnica y multicultural (art. 7) cambia del todo las leyes que desde 1886 habían consagrado la exclusión como norma. La defensa de la diversidad cultural y del acceso a la cultura en igualdad de oportunidades (art, 70) motivó un nuevo tiempo en las relaciones entre el país político y la multiplicidad de pueblos que lo componen. El proyecto ya estaba trazado, era la hora de empezar a realizarlo. Las asambleas tuvieron un tema recurrente: la participación en elecciones y la escogencia de sus candidatos que a la postre han sido siempre los elegidos.

"Poco a poco hemos ido rescatando la tierra. Trabajamos en migas y nos compartimos alimentos entre las familias, el apoyo de organizaciones internacionales ha sido fundamental para nosotros. Además nos hemos convertido en protectores del bosque, no talamos ni dejamos que lo hagan, la madera que hemos utilizado ha sido para nuestras viviendas, para nosotros vender un árbol es comercializar a nuestra madre Kiwe”, afirma el Gobernador del Cabildo de Toribío, José Omar Vitonás.
Los Nasa tienen muy clara la concepción de cultura y la protección de su ambiente, si quisiéramos enmarcar el pensamiento de cultura de estos Nasa podríamos decir que se asemeja a la definición de cultura que plantea Sir Edwr Burnett Tylor:
Cultura es todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y toda clase de disposiciones y de hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. (citado por Ruiz Julián, 2003:56)
La comunidad ha implementado sus propias prácticas de educación y de conservación de los recursos naturales, conocimientos amigables con el medio ambiente, no utilizan químicos para los abonos de sus cultivos, lo que permite preservar las aguas de sus cuencas hidrográficas.
Son cerca de 100.000 personas, entre niños y adultos, los que comparten estos espacios, cada uno cumple una función dentro del cabildo y aunque los niños colaboran con algunas labores de campo y de hogar, ellos también tienen la posibilidad de asistir a la escuela. Allí maestros formados por los mismo cabildos y de gran vocación les enseñan a leer y a escribir pero sobre todo les inculcan la necesidad imperiosa de rescatar su valores y de de amar a la naturaleza.
Para los Nasa, el recuperar sus tradiciones y su historia es algo vital para su crecimiento como comunidad indígena. Por ello trabajan con los niños y jóvenes de la comunidad, pues quieren que se críen bajo sus costumbres. Es así como desde muy pequeños no sólo les enseñan a hablar el español, sino el Nasa Ywe, que es su dialecto.
Asimismo, les inculcan su propia religión, es decir, la creencia del Nasa, donde les rinden tributo a los dioses del agua, el viento, el sol y la piedra, quienes rigen la ley de la naturaleza.
Marwin Harris argumenta que la Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar, es decir, su conducta. (Citado por Ruíz Julián, 2003:57).
La cultura no es un factor instrumental para el desarrollo, sino una dimensión que en cierta medida orienta el tipo de desarrollo y lo potencializa. (Carvajal Burbano, 2005:100).
Sin duda, el punto de partida del desarrollo se fundamenta en lo cultural, aquí se pueden afincar algunos pensamientos y conceptos que Gilbert Rist plantea cuando se propone que una comunidad puede concebir su propio desarrollo y que se ajusta con gran precisión a la cultura de los Nasa.
El “desarrollo” tendrá que inscribir una serie de prácticas (económicas, sociales, políticas, culturales…) que corresponden a los caracteres externos señalados en la teoría de Durkheim a fin de excluir de la definición todo aspecto normativo que privilegie lo que se espera, en detrimento de lo que pasa. (Rist Gilbert, 2002:24)

Aquí no se trató de imponer metodologías y prácticas aplicadas en otros contextos, fueron estos indígenas Nasa los que propusieron una serie de estrategias para aplicar en su territorio, para ellos la cultura era el talón de Aquiles de todos sus procesos tanto educativos como productivos. Esta concepción la explica de manera detallada el investigador Rondelli Denis de la siguiente manera:
En ninguna región se debe imponer un paquete de métodos previamente diseñados; la metodología deberá diseñarse en colaboración con los planificadores e investigadores, solamente después de que se hubieran realizado inventarios iniciales de datos y sondeos de la información disponible. Aquí considero que radica el éxito de un proyecto y de una buena planificación, sólo en este momento lograremos que las comunidades se involucren en sus procesos de desarrollo, que plasmen su región soñada, la que se parezca a ellos. (Rondelli Dennis, 1988:64)


Capítulo 3. Las conclusiones y el imaginario deseado.
No se pretende mostrar esta experiencia como la más exitosa de todas, pero sí puede ser una alternativa para la concepción del desarrollo local y el rescate de la cultura. Hubo un rigor en la planeación de esto proyecto, de allí los resultados.
Toribío fue el municipio con el mejor plan de desarrollo del país y ese mismo plan es ahora realidad. Pensar entonces en un modelo de desarrollo efectivo implica, ante todo, dimensionar el contexto en el que se piensa actuar, a dónde se quiere llegar o qué efectos se buscan y cómo se piensa lograrlos.

El enfoque de desarrollo social se debe fundamentar en las formas tradicionales de cada una de las áreas seleccionadas, donde la equidad entre a jugar un papel trascendental. Equidad entendida con el beneficio a los menos favorecidos, hacia los pueblos y distritos más necesitados.

Aquí se propondría, lógicamente pensado con el deseo, construir con la comunidad la propia visión de qué es el desarrollo, partiendo del supuesto de que necesariamente no se trata de apuntar a ser como otro país o región. Eso implica explorar en cuáles son las fortalezas del territorio del que estamos hablando, sus métodos de producción, sus condiciones políticas, sus necesidades primarias y las características de su identidad.

Conrad Philip Kottak hace referencia a los niveles de cultura en el desarrollo y la cultura de los planificadores.

El primer nivel es el local (es lo autóctono de cada localidad), el segundo es la cultura nacional (que consiste en tradiciones, políticas, objetivos, recursos y procedimientos característicos de cada región) y el tercero es la cultura de los planificadores (organismos internacionales con objetivos tradicionales de intervención, con sus redes de información, comunicación y autoridad). (Kottak Philip, 2000:119)

Finalmente, lo que el autor pretende dejar en el ‘paladar’ de sus lectores es la necesidad imperiosa de dirigir proyectos hacia capacidades y experiencias probadas para la población seleccionada, donde se empelan apropiadamente las estructuras sociales existentes. Los gobiernos deben confiar en los saberes tradicionales y en los profesionales de su país, no debe empeñarse en importar modelos extranjeros para plantearse su propio desarrollo.

Sin duda, un programa de desarrollo planteando para cualquier región debe contemplar además de lo mencionado anteriormente las siguientes características: Propender programas de atención médica primaria, educación vocacional, subsidios para educación primaria y secundaria, proyectos y servicios orientados a los menos favorecidos y desempleados, los proyectos deben aplicar la regla Romer, la estrategias de desarrollo deberán confiar más en las ideas generas de manera espontánea por la gente. Y sólo hasta que las prioridades presupuestales se sitúen en estos aspectos nos podríamos acercar a un concepto de Desarrollo Integral, que tiene en cuenta tanto las dimensiones económicas como las sociales, políticas, culturales y ecológicas de una sociedad. El ejemplo de los Nasa es una buena alternativa para repensarse el desarrollo, es algo real, se puede palpar, se puede estudiar. Muchos teóricos se pasan la vida intentando explicar un concepto pero jamás lo aterrizan a lo terrenal, he aquí una alternativa…

Un chiste callejero comenta que en Colombia los ricos quieren ser ingleses, los intelectuales quieren ser franceses, la clase media quiere ser norteamericana y los pobres quieren ser mexicanos. Después de siglos de aparentar los que no somos, se hace imperativo repensar el concepto de región, es urgente redescubrir lo que es Colombia; que surja entre nosotros un pensamiento, una interpretación de nosotros mismos, una alternativa de orden social, de desarrollo, un sueño que se parezca a nosotros a lo que somos realmente. (Ospina, William (1999:49).

Dora Salás, le apuntó a su sueño, el de quedarse, el de sacar a su hijo adelante a pesar de las dificultades, no sucumbió ante las barreras que propone la vida, creyó en sí misma y en su cabildo, hoy puede mirar hacia el frente y decir con orgullo que su pueblo salió adelante, que lograron su cometido y que ante todo son un pueblo indígena respetado en todo el mundo.







Bibliografía
CARVAJAL BURBANO, Arizaldo (2005). Desarrollo y cultura, elementos para la reflexión y la acción. Universidad del Valle, Facultad de Humanidades, Escuela de Trabajo Social.
GARCÍA, Maritza y URRUTIA, Daniela (2003). Organización y participación comunitaria para la gestión ambiental. Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC. (Serie tejiendo para la vida, módulo 1)
GIMENO, Juan Carlos y MONREAL, Pilar (1999). La controversia del desarrollo, críticas desde la antropología. Capítulo VII El problema del desarrollo: atajos y callejones sin salida. Madrid Catarata.
OSPINA, William (1999). ¿Dónde está la franja amarilla?. Editorial Norma Colombia.
KOTTAK, Conrad Philip (2000). “La Cultura y el desarrollo económico”, en Andreu Viola (compilador). Antropología del desarrollo. Teorías y estudios etnográficos en América Latina, Barcelona, Editorial Paidós.
RIST, Gilbert (2002) El desarrollo: historia de una creencia occidental. Madrid, Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación/Universidad Complutense de Madrid-Los libros de la Catarata.
RONDINELLI, Dennis (1988). “Planificación Espacial y Desarrollo Regional”. En: Método aplicado de análisis regional.
RUÍZ, Julián (2003). La vida como cultura. Aproximación antropológica. Capítulo III Definición de cultura. Huerga y Fierro Editores Madrid.